DESAPRENDER
Por Carlos Vicente Torrealba chinchorro-sutra.blogspot.com
Twitter: @cartorrealba
¿Por
qué nadie nos enseña a desaprender?
Luego que intenté que algunos cajeros del
aeropuerto me fueran útil o que regresara la famosa línea en el banco, agotado
por la desesperación de no poder hacer nada contra lo inevitable de vivir en
una nación donde el ser ciudadano es casi una utopía, me fui al cafetín del
aeropuerto a ser un poco de catarsis y como un monje tibetano busque mi “OM” en
una taza de café.
Ya
casi en el último sorbo de café se me acercó una joven turista pidiéndome
información sobre Canaima. Ella tenía una gran ansiedad, se le podía notar en
cada gesto de su cuerpo; luego de estar hablando por más de media hora me dijo
que venía a Canaima para olvidar un gran amor, yo le señalé que su desamor es
difícil olvidar tan sólo contemplando la naturaleza.
Bueno
amigos, nadie sabe la verdadera traducción al inglés de la palabra ¡desamor! Al
parecer es una palabra muy bien conocida en el habla castellana y más en
nuestro continente latinoamericano y es que tanto el desamor como el suicidio
son palabras que la gente no le apetece por conveniencia recordar.
Del
suicidio sabemos algo ya que todo empezó con el de Sócrates y desde allí el
hombre ha tratado de comprender esa epidemia que posee componentes familiares
vinculados con la violencia; mientras que del desamor apenas amigos sábenos
nada, tan sólo que en nuestras culturas es la mayor sensación de perdida. Sí,
no sólo lo sentimos, es que hasta lo expresamos y quisiéramos que toda la tribu
se dé cuenta de nuestro sufrimiento.
Aunque
la llegada o mejor, ante la penetración del desamor no tiene que ser esta
siempre el anuncio del fin y la caída al abismo. En realidad, en la mitad de
los casos, la finalización de un amor equivocado abre la perspectiva nada
despreciable de no tener que sufrir durante otros veintisiete años o quizás
cinco o menos, la convivencia con alguien que no te quería o que ya había
agotado su capacidad de amar.
No todo son pérdidas y sufrimiento acumulado en
lo referente al desamor. La joven turista me preguntó: ¿Cuáles serían los
remedios para el desamor? La gran mayoría de los neurocientíficos y
neurofilosofos recomiendan, por supuesto, no encerrarse en sí mismo ahondando
en el dolor de la extinción de un gran amor, sino sustituir esa emoción
negativa por otra de igual intensidad, pero de signo contrario. Diría mi padre
con sus breves palabras “volverse a enamorar cuanto antes, mejor” o esa
sabiduría popular de un clavo saca otro clavo. Pero creo que la solución no es
tan simple como se suele decir, es más creo que hay un componente que se olvida
y es que las personas que se encuentran hundidas en un gran desamor no están en
condiciones ni tienen ganas de volver a enamorarse de inmediato, a no ser que
cuenten con un componente especial o que su vida esté marcada en un acordeón de
amor y desamor.
La joven turista buscaba su kundaline del
desamor cambiando de paisaje viendo otras costumbres, hablando otro idioma,
olvidando hasta los pasos que había dado junto al otro. Quizás ella hubiera
cambiado de planeta si eso le fuera factible. Pero ante el desamor los
neurofilósofos han descubierto algo interesante y todo está encerrado en una
palabra que ha tenido una gran relevancia desde que los científicos y los contemplativos
han empezado a trabajar juntos en proyectos y esta palabra es “desaprender”.
Es
decir, frente al amor es importantísimo aprender y frente al desamor
desaprender. Algo que jamás se nos habló en todo en desarrollo de nuestra vida,
aunque hasta ahora lo importante era aprender y aprender. Sí, sin importar que
fuera estupideces. No conozco hasta la fecha a alguien que se le haya enseñado
a desaprender, la filosofía del positivismo nos enseña que todo viene para algo
mejor, es el hombre que se encuentra en un estado permanente de cambio, quizás
es este principio que ha hecho posible que los seres humanos, sociedades y
países que más veces y más intensamente deben soportar las tristezas y el
desamparo del desamor son también, aquellos hombres y mujeres, sociedades y
países con mayor capacidad emocional para amar.
Es que estoy convencido que sólo puede producirse el desamor donde hubo antes mucho amor. La joven turista sonrió y se marchó.